segunda-feira, 2 de fevereiro de 2015

Amigos & Familiares

 ¿Por qué queremos tanto
a los animales?


Perros, gatos, roedores, aves, reptiles y muchos más se convierten en compañeros de viaje en nuestras vidas. Algunas especies han evolucionado para poder convivir con nosotros, lo cual habla no solo de la especie, sino de los humanos.
“Lo quiero como si fuera mi hijo” es una de las frases que más se repiten y también una de las que más se critican. “Me duele más que le hagan mal a un animal que a un humano” es otra de las tan controvertidas afirmaciones.
Pero la pregunta es ¿Qué hace que los queramos tanto? ¿Por qué ese perro con cara de inocente puede lograr que le dé eso que no le doy a nadie más? O al menor signo de dolor en nuestra mascota se nos puede estrujar el corazón como si nos atravesaran con una daga a nosotros mismos.
¿Será verdad lo que dicen, que los quieren más que a nadie o estarán exagerando?
¿Qué puede sucedernos para que los animales sean el repertorio de nuestros más tiernos sentimientos?
Lo cierto es que los amantes de los animales, y no son pocos, los cuidan, los miman, los sacan a pasear todos los santos días, los llevan de vacaciones y se preocupan por ellos como si realmente se tratase de un hijo. Pero también es cierto que el animal fuera de su ámbito natural necesita esos cuidados para sobrevivir y nosotros tenemos que hacer las veces del mismo (alimento, paseo, cuidados, etc).
Aún así eso no explica mucho... Pero quizás si ponemos una mirada un poco más cruda podamos comprender el amor a los animales.
Primero pensemos que en la infancia los animales se entienden como humanos. En los dibujos animados aparecen como figuras humanas que hablan y piensan como cualquier otro. De hecho parte de la evaluación del desarrollo en los niños es a qué edad comprenden que los animales no son humanos. Inclusive en Japón esa edad se retrasa más, debido a que es común que las propagandas y carteles en la calle anuncian cosas para adultos pero son dibujos infantiles, como un animalito que señala el baño de mujeres u hombres, una lagartija que previene que están en obras etc. Y por supuesto el gran mundo cómic que allí tanto gusta.

Entonces, los animales, fueron en su época humanos. Fueron tan queribles y deseables como los humanos. Inclusive Freud nos explica que en la fobias cuando se le tiene miedo a un integrante de la familia, al no ser soportable, se asocia a un animal por ejemplo, que es más fácil de evitar. Ya los animales no son solo “animales” sino que se convierten en repertorios donde podemos transferir nuestros sentimientos, dicho en otras palabras, podemos poner en ellos amores, odios, miedos, alegrías.
Los animales son el reservorio seguro de nuestros sentimientos.
El otro día me pregunta una persona muy querida porque los gays amaban tanto a los perros y mascotas en general.
Y uno se queda pensando en lo que ya comenté antes y podemos repensarlo de la forma siguiente, pero no solo para un colectivo determinado sino para cualquier persona:
Los animales no cambian de opinión, no traicionan, no te juzgan por tu aspecto, no te hacen sentir vergüenza, no te lastiman adrede, no te abandona, no tienen la intención sádica de hacerte sufrir para sentirse mejores ni tienen rencor.
El animal es simple, te quiere, te espera, te busca, quiere su comida, te asocia como su líder o parte de su manada y como tal te defiende o te gruñe si es necesario. Pero siempre te busca. No le importa tu peso, ni tu aspecto, el animal no puede mentir ni engañarte...
Ahora la pregunta es inversa: Cuando una persona, independientemente del motivo (sexualidad, color, raza, etc) fue marginada, maltratada, traicionada, lastimada, abandonada, decepcionada, etc... ¿Acaso no es lógico que ponga sus sentimientos en un animal?

Sergio Alonso Ramírez

http://psicosujeto.blogspot.com.es/


Pd: Este tema no se agota solo en esto, sino que tiene más implicancias como cuando se transfieren sentimientos negativos, qué pasa cuando hay indiferencia, o inclusive cuando hay una incapacidad de empatizar con otro ser vivo. En todo la relación con el animal es “objetal”, es decir, los humanos tenemos una serie de pulsiones, emociones, energía que buscan encontrar su cause, y su meta en diferentes “objetos” que los mismo pueden ser desde los humanos, animales, relaciones u objetos propiamente dichos.


Fotos: Jorge Matheus


Lótti
Jorge Matheus
Ilustrador, artista plástico y diseñador gráfico
Madrid - España
www.jmatheus.es
matheusjorge@hotmail.com
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